14/10/12

CAMINO DE SANTIAGO, DEL PIRINEO A LA RIOJA. (ESP)


Mi Camino de Santiago ya comenzó de una manera poco ortodoxa: Al revés!

Aprovechando un fin de semana de vacaciones por la zona de Roncesvalles y alojados en Aurizberri-Espinal, pueblo situado a unos 6 km, decidí cruzar la frontera con mi bici de montaña y entrar en Francia para visitar uno de los pueblos donde mucha gente que quiere hacer el Camino comienza su aventura: San Jean Pied-de-Port. Por lo tanto mi camino particular comenzó enfrentándome cara a cara por los estrechos senderos que atraviesan esa zona de Pirineo con una gran cantidad de peregrinos que comenzaban con ilusión, mucho empuje y los pies y las fuerzas todavía impecables, una ruta que los había de llevar, 800 km más allá, a Santiago de
Compostela.

Y yo al revés!



Me sentía extraño y observado ... Donde va éste? Como si en esta ruta el mundo sólo funcionara en un solo sentido: el que marcan las flechas amarillas, la infinidad de marcas y flechas amarillas que apuntan a Santiago y que no permiten que nadie se pierda. Seguir las marcas al revés pero, a mí sólo me había de llevar hasta un bar de aquel pequeño y bonito pueblo francés para comerme un bocata de dos palmos y una cervecita, lo justo para coger fuerzas para volver a cruzar las montañas por el mismo camino, pero ahora en el sentido correcto. Y ahora si, camuflado con los otros peregrinos, dejé de ser el loco que iba al revés y empecé a ser del equipo de los buenos, a ser uno de ellos y a escuchar las dos palabras que a partir de ahí escucharía infinidad de veces y con infinidad de acentos diferentes: Buen Camino!


Al día siguiente decidimos hacer noche en Logroño, que como ya expliqué, es una tierra que conozco bien y que me gusta mucho ... bien, básicamente me gusta la Calle Laurel y alrededores y las deliciosas tapas que allí te encuentras: Champiñones con gambas, sepias con salsita, orejas rebozadas, setas a la plancha, Cojonudos, pinchos y tapas de mil colores, sabores e ingredientes diferentes, y ahora incluso, veinte años después de cuando empecé a ir regularmente después de vivir en la zona todo un año, algunas más modernas como los mil hojas de foie, los tártars de buey, el ferreroroché de morcilla y queso o ... y paro que estoy cogiendo hambre. Ah, y por supuesto, siempre todo acompañado de un buen crianza de Rioja ... Esto es sagrado!

Pero bueno, vayamos por partes, que aún no he salido del hotel y ya estoy cenando de tapas!


Bajar de Roncesvalles, bueno, de 6 km de Roncesvalles hasta Logroño de un tirón y con ese calor fue duro, y aunque no excesivamente, tampoco es ningún regalo. Pero a la vez muy bonito, divertido, ameno y apasionante. Para mí todo era nuevo. Mi bici de montaña que aún no tenía un año (de hecho aún no lo tiene) llevaba muy pocos kilómetros, poquísimos, pero entre la variedad del camino y la motivación de saber que iba de un punto a otro, que no era un recorrido circular quiero decir, me pasaron relativamente rápidos y amenos, sobre todo por la filosofía que llevaba y que cumplí al 100%: parar cuando tuviera hambre, parar cuando tuviera sed, apretar cuando quisiera y aflojar el ritmo cuando no pudiera.


Increíble la variedad de paisajes que puedes llegar a admirar en cerca de 150 km. Agradable la gente que te encuentras por el camino y te saluda y desea lo mejor, la que comparte cuatro palabras contigo cuando te paras un momento, a desayunar o a tomar una algun refresco. Necesitaba recuperar la sensación de esfuerzo durante horas, aquella extraña y agradable impresión que hacía tiempo que no tenía. Brutal el calor que soporto sólo disimulado por el airecillo que pasa cuando boca abajo cojo velocidades que nunca habría pensado coger sobre dos ruedas por caminos polvorientos. Pero sobre todo, impagable la relación de amor que empiezo a tener con mi bici.

Unas horas después, no se cuántas ni me hace falta, llego a Logroño. Ya me esperan en el Hotel. Las tapas y el vinito nos harán olvidar las pedaleadas y el esfuerzo. Pero me he quedado con las ganas de seguir el camino hacia Santiago. Siguiendo el sentido de las flechas. Hacia donde todo el mundo te desea que llegues, no se por qué motivo, no sé qué les empuja a todos ellos. Es igual. Yo ya dejé claro cuál era el mio.

Hoy toca volver a casa, no dispongo de más días. Pero me ha gustado. Sé que tarde o temprano habrá que llegar a Santiago, aunque sea para revivir las sensaciones de hoy un día tras otro, y otro...