13/11/12

CAMINO DE SANTIAGO, HASTA EL FIN DE LA TIERRA.(ESP)

Me voy sintiendo bien, pero lo que tanto temía después de la paliza de ayer, que ya acabé con el culo un poco dolorido por una pequeña llaga que se me estaba haciendo por la costura de la badana, se estaba cumpliendo. Nada más empezar, sentarse en el "confortable sillin" era una pequeña y desagradable tortura, pero como "somos y seremos" de morro fuerte y pocas luces, aguantando un poco los primeros kms, llegó un punto en que el dolor se convirtió en hambre y ya pensaba más en la hora del bocadillo que en el dolor en la retaguardia...



Hoy el desayuno no será de bar y bocata. Un pueblo entero, nada pequeño y ningún bar que te quiera hacer uno. Esto es España? Increíble! Lo sustituimos por una tienda que acaba de poner encima el mostrador una empanada de atún de 1 por 1 metro y una coca cola. El banco junto a los arcos de la plaza hace de mesa improvisada.


Caminos rectos, que no quiere decir llanos, vistas largas, no tanto como las de ayer pero nada mal, pueblos pequeños y León, la capital, que atravieso sin detenerme. Siempre apuntando a Santiago. Siempre disfrutando del esfuerzo y del paso de los km bajo mis ruedas de 29 ".
Comida en Astorga, un menú peregrino bajo un toldo de la plaza, acompañado del toque de campanas que la pareja de Maragatos, puntualmente y sin descanso, lanza al aire, un aire que más adelante se convertirá en viento, un Bierzo que afrontaré de cara y que me querrá hacer la vida imposible pedalada tras pedalada hasta que, pasado Ponferrada, llega la hora de parar en un precioso Villafranca del Bierzo que me ofrecerá, como cada día, después de 191 km y de la cerveza de rigor, una buena cena y una cama que no se si es cómoda o no, pero que me transportará sin darme cuenta hasta la mañana siguiente, cuando como cada día, me levantaré, todavía amaneciendo, para tomar mi ración de 12 horas de bici que me llevarán, empezando por el placer de subir O'Cebreiro y adentrándome en la Galicia más profunda y rural, pasando pueblos y mas pueblos de 4 casas, parando a tomar fotos de mil "pazos" diferentes, cada uno con su encanto, hasta Arzua, a 40 km de Santiago donde mañana ya acabaré esta ruta que, al menos hasta ahora, tanto he disfrutado.






Recuerdo esta etapa como una delicia para los sentidos. Conozco poco Galicia, lo admito, y todo lo que conocía eran ciudades a las que había llegado en avión. No puedo dejar de decir que me ha maravillado el paisaje que he visto y he olido. Me ha parecido que me adentraba en un cuento donde los ratos pasan acompañados de sensaciones, donde las subidas piden un esfuerzo constante y repetitivo pero que se suben bien porque te distraen la neurona, y al mantenerla fuera de juego permite que el cuerpo no se plantee ni siquiera si le está costando lo que hace. Si, entrar en Galicia supone, hablando de desnivel, complicar las cosas en gran manera. Sube y baja constantes y no siempre por buenos caminos, pero la terquedad me lleva poco a poco, hasta Santiago a las 11 de la mañana del miércoles. He ido más rápido de lo que pensaba, aunque seamos sinceros, como siempre, ni había pensado ni planeado nada, por lo tanto llego a la Plaza del Obradoiro a la hora que llego y punto. Pero es muy temprano, y como no me apetece holgazanear todo el día por Santiago, y todavía me queda mucha semana, y lo que es más importante, me siento muy descansado y no me parece que sea la manera de poner punto y final a este viaje, vuelvo a subir a la bici y sigo hacia Fisterra, donde dicen que acaba la tierra.



90 km duros. Mucho más duros de lo que pensaba encontrar. Bueno, siguiendo en mi línea, aquí tampoco pensaba en nada, pero si, lo que aquí he encontrado ha sido duro, el tramo de camino más exigente que he hecho hasta ahora. Sé que quizás sólo es una sensación engañosa fruto de la acumulación de kms y de cansancio. Sea como sea ​​me costó. Y mucho. Pero como siempre, cuando quieres algo acabas consiguiéndolo y pasadas las 6 de la tarde, acompañado de un buen sol y las ganas de ver el mar, llego al Cabo de Fisterra, donde la excusa es perfecta, después de todo el esfuerzo, para sentarse en las rocas, junto a mi bici y disfrutar de una preciosa puesta de sol en el punto final de la tierra, o en el comienzo del fin de un mundo que desde hace siglos, ha llevado a gente de todas las clases sociales y de todas las ideologías a peregrinar hasta aquí buscando no se qué, cada uno lo suyo, como yo, que no buscaba nada más que unos días a solas conmigo mismo y mi esfuerzo y como el objetivo era este y sólo este, lo he conseguido.

No hay nada como ponerse metas que te pidan un gran punto de esfuerzo pero que sean alcanzables para lograr ser feliz con poco.